Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes

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La evolución del mundo audiovisual

12 Ago. 2020

Sabido es que los saltos tecnológicos de las últimas décadas han revolucionado la industria audiovisual. La era digital ha dado lugar a un escenario signado por la cada vez más creciente guerra global entre las plataformas audiovisuales para producir y exhibir a precios moderados la mayor cantidad y variedad de ficción a sus suscriptores. Mientras en la era analógica, la cantidad de material ficcional era mensurable, las tecnologías de la información y comunicación volvieron a los contenidos exponenciales y casi infinitos.

Más allá de los vertiginosos cambios de los últimos tiempos, no menos cierto es que la historia del mundo audiovisual ha sido una historia de rupturas tecno-sociales: cuando los hermanos Lumiére patentaron el cinematógrafo en 1895 y comenzaron a dar los primeros pasos en el espectáculo, el mundo del teatro temió por su futuro. De igual manera, la popularización de la Televisión en los años '40, comenzó a sacudir la industria del cine. La llegada de la TV por cable produjo un proceso similar en los años '80s. Sin embargo, puede decirse que con la llegada de Internet y las posibilidades de digitalización, los quiebres tecnológicos se aceleraron: la nueva tecnología fue resistida por el medio anterior, mientras los emprendimientos en los márgenes de la ley provocaron una gran innovación. Al cabo de un tiempo, se llegó a alguna forma de acuerdo que delineó el actual modelo de negocios, la concentración de los jugadores del mercado y la restricción del "medio superado" a un nicho particular. Esto es lo que, hoy por hoy, sucede con la industria televisiva, cuya programación está abocada a la producción y distribución de la información y entretenimiento.

La pandemia ha terminado de consolidar una escena que venía avecinándose hace tiempo: el consumo de ficción en las plataformas digitales. En este marco, desde SAGAI entendemos que resulta inclaudicable la lucha que decidimos emprender hace 5 años: no importa en qué pantalla se emita la ficción; el derecho intelectual sigue siendo el mismo.